30.9.11

Creí que lo sabías...







La historia de mi vida sin tu cara es un puzzle incompleto.
Fuiste la más luminosa y pura de las inspiraciones.
Me enseñaste que uno puede vivir la vida que quiere aunque el mundo no esté de acuerdo.
Que quizás uno no sea el modelo a seguir por nadie, pero sí el reflejo que todos querrían ver cuando se miran al espejo.
Creí que lo sabías.

Hoy, el insecto de la maldad ha entrado en tu oído, llegando a tu cerebro hasta corromperlo.
Tu pureza se ha convertido en podredumbre.
Tu fuerza, en debilidad.
Tu lealtad, en traición.
Tu amor, en odio.
Tu tolerancia, en rencor.
Tu libertad, en esclavitud.
Tu valentía, en dependencia.
Tu soledad, en carnaval.
Tu elegancia, en vulgaridad.
Tú, en algo que abominabas.

Mi confianza se convirtió en arrepentimiento.
Mi fe, en decepción.
Mi admiración, en lástima.
Mi amor, en miedo.
Mi recuerdo, en tristeza.
Yo, en algo que abominas.

Tu alma cayó en la cuna de la adulación, la murmuración y el auxilio externo, cansada de luchar sola.
Sí, pensaré eso, que el cansancio te pudo y que lo que eres ahora es sólo la forma de no volver a una vida que decías amar pero que en realidad odiabas. No importa, vieja amiga. Yo me lo creí y sigo el camino que, aunque fuera equivocadamente, aprendí de ti.
Es este momento, en el que puedo escribir sobre ti, el de la despedida.
Ya eres otra hormiga de Macondo.
Suerte en tu viaje.

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