Hubo un tiempo en que la amistad era pura, fácil.
Hubo un tiempo en que uno pensaba que los amigos estarían ahí para siempre, contra viento y marea.
Hubo un tiempo en que dos era la ausencia de otro y tres nunca fue multitud.
Hubo un tiempo en que la figura más perfecta del mundo era el triángulo. Equilátero. No importaba de qué lado lo miraras: sus lados eran iguales.
Hubo un tiempo en que todo parecía perfecto y eterno.
Hubo un tiempo en que podíamos vivir de sueños comunes, aunque supiéramos que no los íbamos a cumplir.
Hoy es momento de recordar que aquello existió de verdad. Que por una vez existió el triángulo más perfecto del mundo y que yo fui uno de sus lados.
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