Tampoco hace falta algo más que respirar el olor del agua salada de Agaete, mientras me dejo llevar flotando en el agua, mirando el cielo azul, limpio y mi piel morena en Noviembre.
Ni más que ver al niño pequeño que pasa y me sonríe sin conocerme, porque sí. Levanta su manita, enseña los dientes y dice "hola" con una espontaneidad que me supera y acabo haciendo lo mismo.
Ni más que el olor a ropa limpia cuando cambio las sábanas de mi cama y me meto en ella.
Tampoco necesito mucho más que el final de un libro. El momento en que me despido de sus personajes con melancolía.
Ni más que levantar el teléfono, marcar el número de mi madre y saber que estará al otro lado. O notar el olor a colonia de mi padre cuando le doy un beso después de días sin verlo.
Ni más que oír reír a mi hermano.
Tampoco echo en falta más que abrir una chocolatina y oler primero el envoltorio, impregnado del olor a chocolate y darle el primer mordisco.
Ni acabar el día de clases y darle la vuelta a la cerradura del aula para regresar a mi casa a ver mi programa favorito.
Ni más que mirarme las puntas del cabello rubias, quemadas por el Sol.
Ni más que escuchar en el MP3 una canción que me encanta mientras camino por el pueblo.
No creo necesitar más que abrir el cajón de los calcetines y ver de cuántos colores los tengo y no saber cuáles de entre todos ponerme.
Ni más que darle un beso a mi mejor amigo al llegar a su casa para quedarme y ver películas juntos hasta que el sueño nos venza.
Ni más que una partida de cartas, con una Coca-Cola light y un bocadillo de pescado con limón.
Ni siquiera creo que más que algo tan simple como saber que lo poco que tengo y que puedo gastar es mío.
Hasta el simple hecho de que sea viernes y yo esté de madrugada escribiendo estas cosas en el ordenador. Que no necesite salir y rodearme de gente porque estoy bien conmigo. Que no eche de menos a nadie a quien no haya visto y besado hoy. Que tenga el tiempo y la calma suficientes para plantearme qué me falta para ser feliz.
¿Que si soy feliz? Creía que no. Pero... ¿Y si la felicidad es eso?
¿Y si sólo fuera eso?
2 comentarios:
esta fue la bomba,...es verdad a veces con cosas simples somos felices, ahora mismo quiero llegar a casa cantar en el cuarto de abajo...entrar a mi perra y ponerla en el sillon haciendome compañia, subir a la cocina a golisnear que hay en la despensa y encontrar en un bote una hojaldrina mata y saborearla y decir mmmmmmmmmmmmmmmmm esto es vida!!!!!!!!!!!!!!!! te quiero capulla!
Pues para tu disgusto, debo decirte que las hojaldrinas Mata ya no se fabrican, pero los polvorones de chocolate o de limón también me hacen pensar a amí que esto es vida.
Sí, las cosas simples, los momentos pequeños y simples, son la felicidad. La otra es la de las películas y ésa no está hecha para nosotros porque no es real.
Yo también te quiero, ni te imaginas cómo.
Publicar un comentario