He oído un frenazo a lo lejos. Con algo de eco. Y una milésima de segundo después, un golpe seco, fuerte. Como si el coche hubiese pasado por encima de algo rápidamente.
Lo que sonó por encima del golpe fue un ladrido que no llegó a ser un ladrido. Un ladrido interrumpido. Un ladrido asustado... castrado.
Me imagino que no sobrevivió al tremendísimo impacto que se escuchó desde aquí.
Estoy segura de que acaban de atropellar a un perro.
Acabo de oírlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario