YO éstaba sola. Me sentía perdida, abandonada.
TÚ estabas sentado en tu toalla, como tantas veces a lo largo de toda mi vida y de la tuya. Pero ese día me estabas esperando. Yo no lo sabía; tú tampoco.
ÉL se había ido.
NOSOTROS teníamos un lazo vital, pero ese día empezó a reforzarse. Te conocí de nuevo. Mejor. Imprescindible.
ELLOS me advirtieron que me cuidara. Que no confiara en ti.
YO no hice caso. Me entregué entera.
TÚ me hiciste feliz cuando no tuviste otra cosa que hacer.
ÉL pasó a ser olvido.
NOSOTROS no necesitábamos nada más ni nadie más. Nuestro pequeño pero (yo no quería saberlo) efímero mundo. Con eso bastaba.
ELLOS se preparaban para verme sufrir.
YO desperté con el Otoño.
TÚ te fuiste para no volver.
ÉL se alegró de que te marcharas y me dejaras sola.
NOSOTROS dejó de existir.
ELLOS no me entendieron.
YO te echo de menos.
TÚ me olvidaste.
ÉL me olvidó.
NOSOTROS ya no hablamos. NOSOTROS ya no nos vemos. NOSOTROS ya no somos nosotros.
ELLOS nunca supieron lo que ocurrió.
Nunca olvidaré cada momento de ese verano.
Nunca me cansaré de intentar olvidar todo lo que ocurrió después.
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